El mito cultivado en vida en torno a la figura y obra del desaparecido Alexander McQueen no habría podido tener mejor homenaje que el que la actual directora creativa de la firma, Sarah Burton, le concedió en pleno corazón de la Abadía de Westminster hace escasas semanas: tras meses de rumores y verdades a medias, el universo de la moda se rendía a los pies de uno de los diseñadores con más talento de su generación, cuando la futura Reina de Inglaterra, Catherine Middleton, hacía aparición en el mismo día de su boda con una creación exclusiva de la firma británica.
Ya la colección que la firma había presentado sobre la pasarela de París de cara a la temporada otoño-invierno 2011-2012 daba alguna que otra pista para quienes, aún después de negarse su implicación en la Boda Real, mantenían la esperanza de que la Princesa vistiese de McQueen en su gran día: bajo el nombre The Ice Queen and her Court ('La Reina de hielo y su corte'), el pase incluía una larga serie de vaporosos vestidos en color nieve, dignos de una novia, o, incluso, una verdadera Reina.
La firma, que hasta el momento no ha lanzado ninguna línea nupcial propiamente dicha al margen del traje de novia de la duquesa de Cambridge, siempre ha mostrado predilección por este tipo de creaciones, y no han sido pocos los desfiles que el propio McQueen ha cerrado personalmente, mano a mano, con una modelo vestida de blanco de pies a cabeza. Un diminuto rayo de esperanza para aquellas que sueñen con vestir un McQueen auténtico de camino al altar algún día, y que, de momento, tendrán que conformarse con rescatar piezas únicas de sus colecciones prêt-à-porter.
Vestido en color marfil, en satén, organza y seda, con corte asimétrico a media pierna y cola. Anillo bañado en oro en forma de crisantemo. Clutch de satén con encaje bordado, con asidera de incrustaciones de cristal de Swarovski en color oro. Sandalias-plataforma con motivos naturales esculpidos en resina. Todo de Alexander McQueen.
Fuente: Hola.com
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