Translate

jueves, 17 de febrero de 2011

Catherine Middleton, en busca de tiara nupcial


La futura princesa de Inglaterra, al igual que toda novia real, se enfrenta en la larga lista de románticos preparativos nupciales a dos importantes elecciones: su vestido de novia y su corona. Con la ayuda de la propia Isabel II, de su futuro marido, el príncipe Guillermo, o de los expertos guardianes del tesoro, Catherine tendrá que encontrar su diadema de reina. No todas son apropiadas para la boda de una futura princesa. Hay piezas que jamás podrían convertirse en tiara nupcial bien por su sencillez, bien por su tamaño, bien por su peso, bien por el colorido de sus gemas o bien por su leyenda. Por exceso o por defecto, muchas son inadecuadas para la magna ocasión.

Pero por otro lado hay mucho donde elegir. El legendario tesoro de la reina Isabel –no hay cofre más lleno que el suyo- custodia la colección más valiosa del mundo, que incluye tanto las joyas reales de Estado en la Casa de las joyas de la Torre de Londres, como las personales de la Reina, de la princesa Diana, de gran peso sentimental, así como de otros miembros de la Familia Real en una sala de Buckingham.



Las posibilidades son infinitas. Podría ser que el príncipe Guillermo quiera honrar una vez más la memoria de la princesa Diana y que pida prestada la tiara Spencer –en estos momentos en poder de su tío materno, Charles Spencer- para que su prometida la luzca el día de su boda como hiciera su madre o, en su defecto, que mande hacer una nueva con las valiosas joyas que le legó la princesa, una pieza sencilla sin relevancia histórica y con diseño actual. Pero también podría ser que la propia Isabel II le entregue la reservada y que lleve una de sus tiaras favoritas: la Fringe, la de las damas de Gran Bretaña e Irlanda o la Vladimir. Gesto que sería interpretado como el reconocimiento definitivo de la soberana.

La reina Isabel regaló a todas sus nueras (la princesa de Gales, la duquesa de York, la condesa de Wessex y la duquesa de Cornualles) una tiara y un título. Se espera que haga lo propio con la futura esposa de su nieto, que conceda a la pareja un ducado el día de su boda: Clarence, Cambridge, Sussex, Windsor… y que regale a Catherine una diadema ligada a su historia. Los expertos reales barajan las más emblemáticas, aunque también la joven podría sorprender y coronarse con un precioso tocado de diamantes inesperado. Las apuestas iniciales contemplan:

Tiara Spencer
Lady Diana eligió la diadema familiar para sus nupcias con el príncipe Carlos, en 1981. De oro y plata y cuajada de diamantes -con cinco centrales, uno de ellos, de mayor tamaño y envuelto en un pequeño corazón-, destacada por el diseño con sus hojas, tulipanes, flores-estrella y los arcos de media luna. La pieza data del siglo XVIII, aunque, al parecer, fue montada en varias ocasiones. Han llevado la diadema también la hermana de Diana, lady Jane, el día de su boda (1978), y victoria Lockwood, la primera esposa de Charles Spencer, en sus nupcias (1989). Esta emblemática tiara no se ha vuelto a ver desde la muerte de la princesa.

Diadema Fringe: la tiara nupcial de la Reina de Inglaterra
Fueron los Romanov los primeros en ordenar a sus joyeros el diseño de decenas de tiaras conocidas también como Kokoshnik o rayos de sol y fue Dagmar de Rusia (María Federovna), la zarina que puso de moda esta singular pieza. De hecho, sirvió de inspiración a Garrard, joyero de la Casa Real británica, cuando Alejandra de Dinamarca, princesa de Gales, pidió en el año 1888, una copia exacta de la de su hermana, la emperatriz de Rusia.

La tiara Fringe de la reina Mary fue la elegida por la reina Isabel para sus nupcias con Felipe de Edimburgo en 1947. La diadema, compuesta por 60 barras verticales de diamantes -30 en forma de espada y las otras 30 con apariencia de berbiquí (herramienta propia para taladrar)- que forman un perfecto sol, fue creada en 1830 para ser usada como tiara y como collar. Dos décadas después también su hija, la princesa Ana, se casaría con ella (1973). A día de hoy, la tiara sigue siendo una de las preferidas de Isabel II.









Tiara de los Enamorados
La reina Mary, esposa de Jorge V de Inglaterra, encargó la joya a los joyeros Wolf en 1913. La romántica pieza, que lleva lazos en la parte superior unidos por tulipanes, era una copia de una tiara de su abuela, la princesa Augusta de Hesse, que recibió como regalo de bodas antes de sus esponsales con el primer duque de Cambridge en 1818. La tiara se convirtió en una de las preferidas de la princesa Diana, que se fotografió con ella en innumerables ocasiones.

Tiara de las Damas de Gran Bretaña e Irlanda
Las damas de Gran Bretaña e Irlanda, comandadas por lady Eve Greville, recaudaron fondos para regalarle a la princesa Mary una diadema con motivo de sus esponsales con el duque de York (en el futuro rey Jorge V) en 1893. Fue adquirida a Garrard con “un diseño festoneado de diamantes coronado por nueve grandes perlas orientales sobre picos de diamantes sobre una base en bandeau de círculos alternos y pinzas entre dos bandas planas de diamantes”. En 1947, la reina Mary regaló la tiara a su nieta, Isabel II, como regalo de bodas. La reina, por lo general, usa la tiara sin la base.


Tiara de la Gran Duquesa Vladimir
Esta diadema, sin duda otra de las preferidas de la reina Isabel, fue creada para la gran duquesa María Pavlovna, tía del zar Nicolás de Rusia (en 1890). En 1917, después de la Revolución bolchevique, la gran duquesa Vladimir y su familia se vieron obligados a huir hacia el Cáucaso dejando abandonada su colección de joyas escondida en su palacio de San Petersburgo, rescatada después por un diplomático británico amigo de la familia en valija diplomática.

Las joyas de la duquesa fueron heredadas a su muerte por su hija, Helena de Rusia, princesa de Grecia, quien acabó vendiendo en 1921 la mayoría de los tesoros familiares a la reina Mary, que era una apasionada de las joyas. La tiara Vladimir necesitaba algunos arreglos, así que la llevó a los joyeros Garrard & Co. A la muerte de la reina Mary en 1953, la pieza pasó a manos de Isabel II. La tiara consiste en quince círculos de diamantes entrelazados en cuyo interior hay una perla en forma de pera engastada en cada uno sustituible por una gota de esmeralda de Cambridge. También puede ser usada sin gemas y entonces se la conoce como la tiara de los Círculos Viudos.



Otras joyas que alberga el preciado cofre y que podrían ser del gusto de la novia real son la tiara de la duquesa de Teck, engastada con diamantes con arcos de media luna y gavillas de trigo en oro y plata; la diadema de Rosa de Strathmore, un sencillo diseño de flores silvestres que el padre de la reina madre le regaló cuando se casó en 1926 con el duque de York, futuro Jorge VI, y entre muchas otras la diadema Rundell de la reina Alejandra, que no ha sido vista en décadas… Lo que es seguro es que la celebración de las nupcias de Guillermo de Inglaterra y Catherine Middleton marcará un antes y un después en el uso del legendario tesoro. Como princesa de Inglaterra, será dueña de distinciones, escudo, órdenes y, por supuesto, de un fantástico aderezo: tiara, pendientes, gargantilla y broche que irá completando con los años.

Fuente: Boda Real

No hay comentarios:

Publicar un comentario